E-Humans: biotech y neuroderechos

Los últimos avances en biotecnología y neurociencia plantean retos éticos y regulatorios sin precedentes, desde órganos artificiales hasta la protección de los neuroderechos.

Los avances de la biotecnología son realmente impresionantes y oscilan entre cosas tan increíbles como la conseguida en octubre de 2024 por la empresa REMspace, que logró que dos personas se comunicasen mientras dormían en un experimento basado en los sueños lúcidos; o la noticia que dio la vuelta al mundo el pasado mes de abril de 2025, sobre la resurrección del lobo huargo (como el que aparecía en “Juego de Tronos”), extinguido hace 13.000 años, mediante técnicas de edición genética y clonación, estando previsto recuperar también otras especies como el mamut o el tigre de Tasmania, si bien es cierto que este experimento no ha sido publicado en ninguna revista científica, por lo que no consta que haya sido revisado por otros expertos. 

Respecto a los avances en biomedicina, en abril de 2021 se dio a conocer el polémico experimento llevado a cabo por el equipo del científico español Juan Carlos Izpisua, cuyos resultados fueron publicados en la revista Cell Stem Cell, relativo a la creación de órganos artificiales aptos para trasplantes a humanos, desarrollado en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Kunming (China), en el que se crearon 132 embriones con mezcla de mono y humano, habiendo logrado que tres de las quimeras (llamadas así en alusión al monstruo mitológico con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón), de 10.000 células, llegaran a desarrollarse 19 días fuera del útero, momento en el que los investigadores interrumpieron el estudio.

Asimismo, el citado Dr. Izpisua y su equipo lograron revertir el envejecimiento celular en ratones en un experimento que consiguió frenar los marcadores biológicos que indican el paso del tiempo en animales, que fue publicado en marzo de 2022 en la revista Nature Aging, y cuyo objetivo es configurar una solución biomédica capaz de restaurar la salud de los tejidos y del organismo, al mejorar la función celular, contribuyendo con ello a la resiliencia en enfermedades neurodegenerativas, lo que supondría un avance científico trascendental.

En esta línea de generar órganos artificiales para su trasplante a humanos, en el experimento publicado también en la revista Cell Stem Cell en septiembre de 2023, llevado a cabo por el equipo de otro médico español, Miguel Ángel Esteban, en colaboración con el Instituto de Biomedicina y Salud de Guangzhou (China), se diseñó el primer órgano humano (una quimera de riñón) dentro de un cerdo, que progresaba en la línea marcada por el Dr. Izpisua en 2017 con la creación de embriones mixtos de cerdo y humano, aunque no participara directamente en este experimento.

No debe extrañar que la mayoría de estos experimentos se realicen en China, donde las exigencias son más relajadas frente a los cuestionamientos éticos y científicos de la normativa europea, donde existen límites para la creación de preembriones y embriones humanos con fines de experimentación, según dispone el Reglamento (UE) 2024/1938, de Sustancias de Origen Humano (SoHO); y de la normativa española prevista en el artículo 26-2-c)-7º de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida, que considera como infracción muy grave la producción de híbridos interespecíficos que utilicen material genético humano, salvo en los casos de los ensayos actualmente permitidos.

Estos avances médicos también se materializan en prótesis y bioaccesorios, como el anunciado en agosto de 2020 por Neuralink (empresa de Elon Musk), referente a un chip de ocho milímetros de diámetro, que se implanta en el sujeto afectado y conecta el cerebro por bluetooth a un ordenador, con la pretensión de curar enfermedades degenerativas, habiéndose realizado el primer implante exitoso en febrero de 2024, según asegura la propia compañía.

Asimismo, en octubre de 2023, Darío y Tiago, con patologías de parálisis y atrofia muscular espinal, fueron los primeros en probar en A Coruña “Atlas 2030”, el primer exoesqueleto para niños, fabricado con aluminio y titanio, con un peso de doce kilos y, dotado de ocho articulaciones que imitan el funcionamiento de los músculos, de forma que se adapta al cuerpo del menor para ponerle en situación de bipedestación y marcha, ayudándole a caminar.

En cuanto a las prótesis visuales, en mayo de 2019 se presentó el prototipo de una lentilla inteligente autónoma desarrollado por la escuela superior de tecnología de IMT Atlantique y el Departamento de Electrónica Flexible del Centro Microélico de Provenza Georges Charpak (Francia), que incluye una microbatería flexible con la posibilidad de incorporar realidad aumentada. Y en mayo de 2020 la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong (China) y la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) publicaron en la revista Nature su trabajo sobre un ojo artificial capaz de imitar la resolución de la visión humana y que obtiene imágenes de alta resolución mediante nanocables individuales eléctricos.

Por lo que se refiere al estudio del cerebro, en abril de 2019 se consiguió revivir parcialmente el cerebro de treinta y dos cerdos horas después de haber sido sacrificados, restaurando la circulación y el flujo de oxígeno, en un experimento realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale (Estados Unidos) y que fue publicado en la revista Nature, lo que podría ser un valioso banco de pruebas para estudiar trastornos y enfermedades cerebrales. Y en octubre de 2024 se logró mapear el cerebro completo de una mosca, obteniendo 21 millones de imágenes y usando 7.050 cortes del cerebro, lo que supone un avance extraordinario para la neurociencia, ya que ofrece un modelo para estudiar el cerebro humano y la lucha contra las enfermedades mentales.

Pero todo lo relacionado con el cerebro nos lleva a la regulación de los neuroderechos, entendidos como los derechos que protegen la salud mental y la intimidad de las personas en un entorno donde las tecnologías neurocientíficas posibilitan la entrada y el control del cerebro humano; y, en particular en lo que se refiere a la protección de los datos ligados directamente a la actividad cerebral, de cuya relevancia ya hablábamos desde estas páginas en 2019 

De esta forma, se están empezando a dictar normas en este sentido, como la modificación constitucional aprobada en Chile para recoger los derechos del cerebro; o la reforma operada en septiembre de 2024 en la Ley Integral de Privacidad del Estado de California (Estados Unidos) para garantizar la privacidad de los datos neuronales. Aunque en España aún no se han dictado leyes que protejan los neuroderechos, existe una previsión en la Carta de Derechos Digitales publicada por el Gobierno en 2021 que augura la promulgación de normas en el futuro.

Artículo de Javier López, socio de ECIJA Madrid, publicado en la Revista Byte

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