Sala de Prensa

25 marzo, 2014

‘Adolfo Suárez entra en la historia por derecho’, un reportaje con la opinión de Hugo Écija y Gabriel Nadal, socios-directores de ECIJA

El expresidente del Gobierno Adolfo Suárez González falleció el pasado sábado a los 81 años de edad, después de haber vivido sus últimos años alejado de la vida pública debido a una demencia senil. Será recordado como uno de los grandes artífices de la Transición española, pero también pasará a la Historia por ser el primer presidente elegido por los españoles después de 40 años de dictadura. El mundo del Derecho se ha sumado al reconocimiento de su figura. Doctor en Derecho, ejerció en sus años de juventud como abogado, profesión a la que regresó en 1991 (en un discreto despacho profesional) tras retirarse del primer plano de la política. Además, su ímpetu reformista, que encuentra su paradigma en la Ley para la Reforma Política, le confiere también un lugar de honor entre los principales legisladores españoles de todos los tiempos.

Desde Thomson Reuters se ha querido aportar con estas páginas una visión más de la vida del expresidente, centrada en su papel de legislador en particular y de hombre de Derecho (en la doble acepción del término) en general. Agradeciendo la colaboración que a tal fin han prestado numerosos profesionales jurídicos de reconocido prestigio, entre los que se encuentran representantes de algunos de los principales despachos de España como Garrigues; Cuatrecasas, Gonçalves Pereira; Pérez-Llorca; Gómez-Acebo & Pombo; Écija Abogados o Aguilar & Astorga.

Adolfo Suárez y su legado al Derecho

Obviamente no jugamos en nuestro campo. Muchos de los contactados son de la generación de Suárez y tuvieron un pasado político compartido. Nosotros lo vemos desde el ámbito profesional y desde generaciones diversas. Desde esta perspectiva, por si puede servir para el escrito final que presentemos haría las siguientes consideraciones:

Todos los abogados de las generaciones que alcanzamos la mayoría de edad tras la aprobación de la Constitución somos perfectamente conscientes del régimen anterior, pero seguramente por no haberlo vivido, no podemos hacernos cargo de las dificultades que el desmontaje del entramado legal desarrollado por la Dictadura a lo largo de décadas de ejercicio del poder parecían representar. Basta leer las hemerotecas de la época para darse cuenta que el sentir general al nombramiento de Suárez como presidente del gobierno en julio de 1976 fue de perplejidad y escepticismo.

Frente a la posibilidad de hacer tabla rasa con el viejo régimen, Suárez tripuló con audacia desde el poder una estrategia política que facilitó el encuentro de los sectores menos inmovilistas de la dictadura con los que reclamaban la ruptura con aquella tradición. Lo hizo saltando de ley en ley y demostrando que en definitiva el ejercicio pacífico del poder se ampara antes que nada en la legitimidad de quien lo ejerce. Suárez desmontó la dictadura para ir al encuentro de aquella legitimidad y lo consiguió. Pocos años antes del nombramiento de Suárez, los herederos del régimen proclamaban abiertamente la vigencia y la inamovilidad de los Principios del Movimiento, los mismos que cayeron en pocos meses bajo la hábil dirección de Suárez y a su capacidad para construir un consenso sólido de españoles, unidos por la necesidad de modernizar el país y homologarlo con sus vecinos europeos.

Adolfo Suárez fue posiblemente el hombre audaz que la situación requería, una persona capaz de buscar el consenso, en un país poco habituado a buscar grandes unanimidades y al trabajo en cooperación. La culminación de aquel proceso de acuerdos fue la Constitución del 78 de la que solo quedaron excluidos sectores muy minoritarios.

La particularidad de aquel cambio propició que el marco legal en el que debía concretarse la norma fundamental se realizase progresivamente a lo largo de un período dilatado de tiempo. Este factor contribuyó sin duda a garantizar la seguridad jurídica de los agentes sociales que se habían habituado a desenvolverse al amparo de la normativa del anterior régimen, pero también retraso la efectiva incorporación del país a una realidad plenamente democrática. Sectores amplios de los poderes del estado y en particular la magistratura quedaron en manos sustancialmente de las mismas personas que habían ejercido esas funciones con él antiguo régimen.

Adolfo Suárez político hábil, estratega capaz, hombre de derecho pero también valiente, no tuvo tiempo de consolidar su labor como estadista. Entonces como ahora, el país sufría a contrapié el embate de una crisis internacional con una estructura económica desfasada. Suárez tuvo que luchar contra esta grave situación económica en un ambiente de deterioro de la convivencia y azotado por un terrorismo sanguinario y miope, empeñado en rearmar a los nostálgicos de la situación anterior.

Paulatinamente el legado de Suárez se ha ido consolidando. El proceso de integración europea, impulsado en su mandato y culminado con la adhesión han hecho el resto. El régimen democrático está asentado en España, pero la legitimidad que amparó el régimen resultante de la Constitución del 78 está puesta en entredicho por la progresiva alienación de la realidad democrática a las reivindicaciones que desde diversas perspectivas vienen realizando  numerosos sectores de nuestra sociedad. Suárez fue capaz a finales de los 70 de escuchar el clamor popular y de convertir en ley muchas de las reivindicaciones que la sociedad reclamaba. Supo también abrir una ventana de generosidad o si se quiere de explotar el temor de los poderes fácticos de toda índole, para intentar hacer de España una sociedad más abierta e inclusiva.  En estos momentos de tanta división parece importante recordar ese legado y el muy importante logro que Suárez consiguió a través del dialogo, la búsqueda de acuerdos y la renuncia pragmática a la estricta aplicación de las normas fundamentales del franquismo, como condición previa para facilitar una nueva legitimidad democrática.  La evolución como condición indispensable para la estabilidad, el consenso amplio como forma de conseguir esta evolución, estas son de nuestra perspectiva las principales aportaciones del legado de Adolfo Suárez a quien desde estas líneas queremos dedicar un homenaje de gratitud.

Hugo Écija y Gabriel Nadal, socios-directores de ECIJA

Adolfo Suárez entra la Historia por Derecho

Enlace al reportaje completo: ‘Adolfo Suárez entra en la historia por derecho’